31/12/06

Jenny, Anthony y el puzzle del unicornio blanco

Hacía solo unos meses que los padres de Jenny la dejaban salir sola a la calle. Había cumplido ya los 11 años y, aunque NY fuera una ciudad peligrosa, pensaban que era bueno para ella poder ir sola a su escuela, Anderson School, y también al Central Park por las tardes. La condición era el regreso a casa siempre antes de que llegara la oscuridad.

Esta vez, su recién adquirida libertad de desplazamiento, le proporcionaría la impagable satisfacción de poder ir a comprarse ella misma su regalo de Navidad.

Papa Noel se había portado realmente bien, dejándole en el comedor de casa un paquete con 67$. Era justo el dinero que necesitaba Jenny para comprarse un puzzle que deseaba desde la primera vez que lo vio, expuesto, en la juguetería Fao Shwarz; Un puzzle llamado Fantasy Puzzle, hecho por Ravensburger con 5.000 piezas. El puzzle, era una imagen espléndida de un unicornio blanco, bañado por unos rayos de Sol, rodeado por una naturaleza boscosa llena de vida y color. Lo imaginario, desconocido, lejano. Lo imposible pero bello era lo que Jenny deseaba construir con toda su ilusión, día a día, pieza a pieza y con mucha paciencia y dedicación.

Se encontraba ya en la Quinta Avenida, la misma calle de la gran juguetería. Caminaba con paso decidido y esbozando una sonrisa que mostraba su satisfacción de estar a pocos metros de su puzzle soñado. Aunque a simple viste nada parecía que pudiera alterar este feliz momento, su curiosa mirada topó con la de un niño. Una mirada perdida, triste, sola que removió de golpe el estado de felicidad de Jenny. Era un niño al que, según pensó Jenny, Papa Noel no le había traído lo que quería. Estaba sentado en un banco, con un gorro de lana gris y un anorak medio desabrochado. Jenny fue reduciendo la rapidez de sus pasos hasta que, sin darse cuenta, se detuvo en medio de la acera. Sus ojos seguían clavados en el chico, y su cabeza empezó a mandarle aquellas preguntas que siempre están, aunque pocas veces se manifiestan. ¿Porqué quiero un puzzle? ¿Dónde vive este chico? ¿Porqué la gente lo ignora, no estamos en Navidad?

El chico miraba sus zapatos, jugueteando con los cordones y se dio un buen susto cuando Jenny le habló, sentándose a su lado.

- Hola- dijo Jenny
- Hola
- ¿Qué haces aquí, estás bien?
- Mi madre está trabajando y no tenía nada que hacer
- ¿No tienes regalos nuevos?
- No
- Me voy a comprar un puzzle, ¿te gustan?
- Son divertidos
- Te gustaría venir a mi casa y lo empezamos, es de un unicornio muy bonito

El chico, levantó la vista, y sonrió tímidamente a Jenny

- Me llamo Anthony
- Yo Jenny
- Feliz Navidad Anthony
- Gracias, para ti también

Sin decirse nada, los dos se levantaron y empezaron a caminar dirección a la gran juguetería. Pasarían toda la tarde montando el puzzle del unicornio en casa de Jenny, en su habitación, contándose muchas cosas, riendo e imaginando mundos de fantasía con dragones y castillos enormes.

Al cabo de dos semanas, el puzzle quedaría terminado, gracias a la absoluta coordinación de Jenny y Anthony y a las tardes enteres que se pasaron colocando piezas. Pese a los problemas en la vida de Anthony, ahora la vida le merecía otra consideración, le gustaba ir a la escuela, ya no se sentía solo, tenía una amiga. Era amigo de Jenny, pero ella no era ni de la clase ni del equipo de basket, Jenny era aquella chica que le había tendido la mano, le había ofrecido una amistad sin nada a cambio, un gesto sincero, tierno, humano, que cambiaría su vida para siempre.

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