1/12/06

Inocencia lejana




El timbre de la puerta sonó por segunda vez y mi madre me llamó desde otra parte de la casa. Saliendo de las mantas, dónde llevaba debajo de ellas unas 10h, me apresuré hacia el comedor.




Abrí la vieja puerta de madera que separaba el recibidor del comedor y saludé a mis padres, que en ese momento estaban sentados en la pequeña mesa, leyendo cada uno por su parte. Los libros tenían unos títulos ajenos a mi comprensión e interés.




Una vez sacada la cabeza por la ventana del primer piso, noté el calor en mi cara y percibí como se colaba inundando el comedor. Eran finales de Julio y en las llanuras de Lleida apretaban las temperaturas elevadas.




Con una sonrisa en los labios, porqué ya sabía quién aguradaba en la calle, miré hacia abajo. Estaban Martí y Carlos, mis dos amigos de la misma calle. Me saludaron con una mueca, causada por el deslumbramiento. Les dije que me dieran 3 minutos y que bajaba enseguida para ir a dar una vuelta en bicicleta.




Como casi cada día, yo había sido el más dormilón del grupo. Eran las 12 de la mañana y estaba en pijama y sin desayunar. En 2 minutos me vestí y el tercer minuto lo usé para ir comiendo el pan con tomate y jamón que me había preparado mi madre. Terminé el bocata bajando las escaleras para salir a la calle, cogí mi bici y nos lanzamos, Carlos, Martí y yo a hacer carreras por los caminos de tierra que rodeaban los campos.




Y después de comer, cada uno en su casa, volvimos a nuestros juegos y carreras. Volvimos a sonreir, hasta que se puso el Sol, marcando la hora de recluirse y descansar. Mañana seria otro día.




Eran tiempos de infancia. Dulces, sencillos, queridos, pasados.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

curiosa inocencia,


es curioso como cambian las cosas y nosotros, y añoramos cosas que si hiciesemos ahora nos sentiriamos vacíos...


entonces era simple y nos llenaba, no?

Anónimo dijo...

curiosa inocencia...


es curioso como cambiamos, y que con el paso del tiempo añoremos cosas que si hiciesemos ahora nos harian sentir tan vacíos...


sencillamente son detalles de la vida que nos hacen felices... yo espero que no cambien nunca, al menos que esa chispa siga siempre viva.

Revodarx dijo...

Esos detalles que tu dices, que bueno es conservarlos. Por muy complejo y cansado que pueda resultar el mundo y por mucho que nosotros hayamos cambiado...nos quedan esos momentos, dónde uno vuelve a ser, si es que alguna vez ha dejado de serlo por completo, aquél atento observador curioso y fascinado por la belleza y pureza de las cosas más simples.

Anónimo dijo...

d'aqui uns anys podras escriure algo similar de la vida que vius ara... a mi m'agrada pensar aixi...