12/12/06

Restaurante La Fuensanta



Hacía tres días que Marcos, de 57 años, no escuchaba el chirriar de la puerta de su local. Se alegró muchísimo al ver que eran una pareja y su hijo los primeros clientes del día, y por desgracia, de la semana. Era miércoles 31 de agosto y las temperaturas de esa semana parecían ser las más elevadas del año. Marcos empezaba a estar preocupado por el gasto en aire acondicionado que podía caerle encima. Su mujer, Antonia, dejó la revista que estaba leyendo y salió de la cocina para recibir a sus nuevos clientes. Era su punto fuerte. Con los pocos clientes que se paraban en su viejo restaurante, Marcos y Antonia se habían vuelto unos anfitriones entrañables, tratando a todas sus visitas con el mejor de los modales. Según les dijeron al entablar conversación, la familia era alemana. Todos de pelo rubio, Marcos ya se había percatado de su procedencia. El matrimonio a cargo del parador, en sus inicios, creía mucho en el turismo extranjero, y se apuntó a un curso de la seguridad social para aprender inglés. Dio sus frutos, prueba de ello era la conversación fluida que Marcos mantenía con ellos. Mientras tanto, Antonia se encaminaba hacía la cocina para preparar los entrantes que los turistas le habían encargado. Una mirada inesperada y fugaz se cruzó entre Marcos y Antonia justo antes de que ella entrara en la cocina. Media sonrisa, sólo media. Y un aire de nostalgia invadió simultáneamente al hospitalario matrimonio. Eran tiempos difíciles. Con sus dos hijos casados y viviendo hipotecados en ciudad, se hallaban solos y con una renta que habían visto caer año tras año. Cuando el alcalde del pueblo fue duramente presionado por constructoras, el Gobierno Central y Europeo, y tuvo que ceder a la construcción de la nueva Autovía que pasaría a unos 25km del pueblo, sus ilusiones y cursos de inglés cayeron en el absurdo.

Ahora, los coches, motocicletas, camiones y autocares paraban en un área de servicio, con una gasolinera de una gran marca, y con Grill-Fast Food de otra gran marca: Auto-Grill S.A. Todo a 25km del Restaurante-Parador “La Fuensanta”. En el menú, los mismos platos que en otra estación de servicio de la Ruta 66 de EE.UU., y también de aquellas otras estaciones en el Sur de Italia. Así como en otros 500 restaurantes que esa cadena tenía alrededor del mundo.

Una vez la familia alemana se marchó, obsequiada con un pequeño cenicero hecho a mano por el artesano del pueblo, Marcos y Antonia se sentaron y tomaron el café de cada tarde; y se preguntaban que harían sus hijos, como cada tarde. Esa misma tarde, como de costumbre, pasarían los amigos de Marcos a echar la partida de cartas y tomar el carajillo, cosa que volvería a alegrar el amplio local por unas horas.

Mientras tanto, en la estación de servicio núm. 327, en el baño de mujeres del Auto-Grill S.A, una camarera que estaba cobrando 623,72€ al mes, tenía una crisis nerviosa e intentaba cortarse las venas para dejar de vivir. Le acababan de comunicar su despido. Era su tercer trabajo en lo que iba de año y, embarazada de 3 meses, su vida parecía un callejón sin salida.

Tiempos difíciles para Marcos, Antonia y la chica empleada del área de servicio.

Mientras tanto, un alto directivo y su equipo de la empresa Auto-Grill S.A eran felicitados por su gran trabajo, este mes, se saldarían las cuentas con medio millón de € de beneficio neto.

1 comentario:

Revodarx dijo...

Sotani, reenviame los comentarios para que los pueda publicar. Los perdí. Gracias